Inversión en Tierra Agropecuaria Productiva en Paraguay

Pero antes de hablar de todo ello, sin embargo, primero pongamos en contexto las palabras del ex-presidente con respecto a la situación global ahora, en febrero de 2020, en cuanto a población, demanda de alimentos y disponibilidad de tierras agrarias productivas, ya que en base al análisis de estos elementos es que podremos tener una visión más amplia de las perspectivas de inversión que tenemos delante.

La población humana ha seguido creciendo pese a la política de algunos estados por detenerla: ya estamos a un paso de llegar a los 8,000 millones de personas. Por otro lado, las políticas de apertura comercial y financiera que se vienen dando en muchos países han conseguido disminuir los niveles de pobreza en buena parte de ellos, lo que a su vez genera un aumento en la creciente cantidad de personas que ingresa a la clase media. A finales del 2018, la clase media ya llegaba al 50 % de la población mundial.

Las demandas de esta población no se circunscriben, sin embargo, a nuevos y mejores hogares, mejores vehículos y seguros de enfermedad más completos. Un área importante de las nuevas necesidades de esta clase social, es la alimentación. Los estudios demuestran el aumento continuo en el consumo global de carnes, el cual ya llegó a los 50 kg por persona como promedio. A eso se suma una mayor exigencia en la variedad de alimentos a que se aspira y una creciente preocupación por una alimentación sana: mejores alimentos, más densamente nutritivos, de procedencia orgánica, etc.

Por supuesto, el mercado ha respondido: la última edición de el mundo de la agricultura orgánica (2019) de FIBL & IFOAM — ORGANICS INTERNATIONAL, indica que, para finales del 2017, 70 millones de hectáreas, manejadas por 2.9 millones de productores, fueron dedicadas a la producción de alimentos orgánicos, con algunos rubros creciendo hasta un 15% con respecto al año anterior.  

Pero, como se supone, estas exigencias y otras nuevas como la producción de combustibles a partir de maíz y otras cosechas, no han hecho sino aumentar la demanda de productos agrícolas. Para el 2011, 20 millones de acres de tierra se destinaban solamente a la exportación de soja a China, mientras que otros 20 millones lo eran a la producción de etanol, y estos números, ¡eran el doble de lo que habían sido 5 años atrás! Solo Estados Unidos siembra actualmente 96 millones de acres de maíz.

De otro lado, factores como los altos precios del maíz, trigo y otros productos agrícolas, los bajos intereses, los inversores en busca de mejores retornos que los ofrecidos por la bolsa o los depósitos bancarios a largo plazo, las predicciones de mayores demandas de alimentos debido a desastres climatológicos en varias partes del mundo, etc., han hecho que los precios de la tierra arable de buena calidad se hayan disparado.

Todo lo anterior provoca una tendencia: cada vez son más las grandes fortunas globales que invierten en tierras agrícolas, al considerar lo estratégica que será dicha inversión de cara a las necesidades de una población que crece en forma exponencial. De hecho, se ha empezado a hablar de una 4ta revolución industrial aplicada a la agricultura, con la introducción de las así llamadas “ocho tecnologías esenciales”.

Pero no son únicamente las grandes compañías las que invierten: tan solo en el 2018, las agro startups levantaron dinero por valor de USD 16,900 millones, casi un 50 % más que el año anterior.

Para la mayoría de los que quieren entrar en ésta área, el problema es, sin embargo, que están llegando ya un poco tarde. Y no se trata de acceso al capital, que es abundante en estos momentos, sino a tierras agropecuarias productivas.